Veo la luz que calienta la hierba y los árboles del campo. Veo niños jugando y riendo. Veo los días de verano, todo es diversión y libertad; el sol iluminaba sus caras. Ahora solo veo tristeza y edificios oscuros. Veo que aun existe una pequeña esperanza. Entre los edificios oscuros y tristes, veo un paso peatonal con dos bancos de madera por los que se filtran los rayos de sol entre los edificios oscuros, calentando a las personas que se paran a descansar en ellos. En esos bancos veo a las personas que están en su último ocaso, hablando, riendo. Veo el sol que ilumina sus caras como cuando eran niños y veo que la esperanza nunca se pierde y es el mejor legado que se puede dejar a las generaciones futuras. Desde mi ventana veo todo esto….
Antonia Suarez
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