En un hayedo de un profundo bosque de Bizkaia se encontraba una pequeña haya rodeada de una gran familia de árboles: Robles, abedules, fresnos, espinos, etc. creció y creció hasta convertirse en el más grande entre toda su familia. Cada otoño cubría el suelo con sus hojas marrones y semillas, muchas de ellas eran comida por los jabalíes y ardillas, pero también muchas acababan germinando todos los años.
Empezó a notar que cada vez venía más gente al bosque a pasear, andar en bici a recolectar frutos y setas; a cazar y a cortar árboles para construir ciudades. También se dio cuenta que el clima estaba cambiando, había olas de calor insoportables, se producían incendios cada vez mayores, las lluvias eran torrenciales, llevándose la tierra del fértil bosque rio abajo. Cada vez se encontraba más sola, su familia iba menguando, donde antes había robles, ahora se encontraba un gran parque industrial, donde sus hermanos abedules, una urbanización de chalet.
No podía imaginar vivir en un mundo donde no hubiera árboles, animales o pájaros revoloteando entre sus ramas. El haya observaba que cada año el glaciar iba disminuyendo, ya no nevaba como antaño.
Todo a su alrededor había cambiado, no conocía a ninguno de los árboles que lo rodeaban, nunca había visto a esa clase de árboles. Un día despertó y vio que los humanos habían colocado una placa debajo de su enorme tronco en la que ponía ´´Parque Singulares de Bizkaia´´Estaba en medio de un parque urbano. Sus vecinos habían sido traídos de todo el mundo. El bosque donde nació había llegado a su fin.
Claudia Caballero Gavilán
GIII-1A
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